Por estas fechas, desde el 28 de junio, los seguidores del Islam (segunda religión del mundo en número de adeptos) celebran el mes de Ramadán. Concluirá el 28 de julio, con la fiesta del Id Al-Fitr Al-Mubarak. El ayuno en este mes -no ingerir alimento ni bebida desde el amanecer hasta la puesta del sol y abstenerse de relaciones sexuales- es expresión de una purificación espiritual integral y constituye el cuarto pilar del Islam, junto con la profesión de fe, la oración, la limosna y la peregrinación a La Meca. La base de los cinco pilares o preceptos musulmanes se halla en el Corán y su formulación por parte del Profeta está recogida en el 3º Hadiz de los Cuarenta hadizes del imán An-Nawawi.
El mes de Ramadán es el 9º mes lunar del calendario musulmán y su carácter sagrado le viene de la conmemoración del comienzo de la revelación de Alá a Mahoma, que se habría iniciado cuando el Profeta, en dicho mes, estaba practicando el ayuno y la oración (Corán 2, 183-187) hecho que habría ocurrido trece años antes de la Héjira o éxodo de Mahoma y sus seguidores de La Meca a Medina y que es el año primero musulmán (622 de la era cristiana). Junto a esta conmemoración, el ayuno del Ramadán es vivido como ascesis de autocontrol y experiencia solidaria con los que padecen hambre.
Aprovechamos esta nota sobre el sentido e historia de esta práctica musulmana para desear los mejores frutos espirituales a todos los seguidores del Islam, especialmente el ansiado fruto de la paz.
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