jueves, 28 de enero de 2021

SANTO TOMÁS DE AQUINO, POR EJEMPLO


 A pesar de que el tomismo ha sido canónico -vinculante- para la producción y enseñanza de la teología y la filosofía (León XIII, Aeterni Patris, 4 de agosto de 1879; Juan Pablo II, Fides et Ratio n. 43, 14 de septiembre de 1998: "Novedad perenne del pensamiento de Santo Tomás de Aquino") lo cierto es que, en no poca medida, su influencia en la metodología y el contenido de la teología ha sido más epidérmico que sustancial. Claro que han arraigado algunos de los principios que guían todo el pensamiento: la confianza en las posibilidades del diálogo fe - razón; la estructura soteriológica y cristológica de la revelación; la orientación de la teología y la interpretación de la Sagrada Escritura hacia su sentido en orden precisamente a la salvación que se nos ha dado en Jesucristo. Sin embargo, estos pilares del edificio teológico de Santo Tomás se quedaron a veces oscurecidos por una repetición sin reflexión ni actualización de sus artículos y, sobre todo, de las conclusiones, pero sin contextualizarlas en la quaestio que las motivaba.

Durante estos últimos años, en las clases de Introducción a la Teología del ITDA, hemos leído la primera cuestión de la primera parte de la Summa Theologiae (STh I q1). Sus diez artículos constituyen todo un tratado de esta materia propedéutica que ahora se llama "Introducción a la Metodología de estudio e investigación. Sus preguntas, que son la raíz de cada uno de los artículos y que desarrollan la pregunta general de la cuestión a la que pertenecen, buscan responder al sentido y el método de la teología ("doctrina sagrada", "sagrada página" la llama él santo dominico) pero en relación con los saberes de la época (la filosofía y las ciencias) así como con su finalidad última: servir a la Iglesia en su misión de anunciar a Jesucristo, como lo demuestra que, la declare una disciplina teórica pero también práctica, o que reivindique para ella el carácter de sabiduría, que siempre desborda y da contenido al saber meramente académico.

En la fiesta del Santo Patrono por excelencia del quehacer intelectual de la fe, reivindiquemos una lectura integral y no meramente literalista de Santo Tomás de Aquino. Traduzcamos sus preguntas a nuestro tiempo y no tengamos miedo a ampliarlas en razón de nuestras propias circunstancias que son diferentes de las del s. XIII. No nos limitemos a citarlo, sino que, con su espíritu de rigor y capacidad de conexión con las dudas e interpelaciones que supone la comunidad científica y la cultura, busquemos el modo de seguir su inspiración sin miedo a renovar, profundizar y crear. Eso fue lo que él hizo en su hora y ahora nos toca a nosotros en la que vivimos hoy. 

Completamos esta reseña con el enlace a una entrevista al también dominico, Jesús Espeja, sobre la actualidad de Santo Tomás y el verdadero sentido de su influencia en la teología actual:

JESÚS ESPEJA: SANTO TOMÁS PROFETA DE HUMANISMO

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