Hace unos años, el 21 de junio de 2019, el papa Francisco participó con un discurso en el congreso organizado por la Pontifica Facultad Teológica de Italia meridional (Nápoles), dedicado a la Constitución Apostólica Veritatis Gaudium. Sobre las universidades y las facultades eclesiásticas (27 de diciembre de 2017). El congreso tenía un marcado carácter contextualizador en el tiempo y el espacio, como lo apuntaba su título: "La teología después de la Veritatis Gaudium en el contexto del mediterráneo". Y la intervención del papa subrayó, si cabe todavía más, la necesidad de que la teología responda a la realidad en la que se hace y a la que sirve. En el caso del contexto mediterráneo, y como no deja de clamar Francisco, hay que responder a la dramática situación de los inmigrantes y refugiados que llegan a través del Mediterráneo y, en muchos casos, pierden la vida en el intento. Una respuesta que debe ser política, social y solidaria, que atañe a las administraciones y a las sociedades de los países de acogida, pero que también supone un reto para la Iglesia y, por tanto, para la teología.
Aunque la constitución Apostólica tiene un carácter regulador y se ocupa de las normas y directrices organizaivas y reglamentarias de las instituciones formativas (universidades y facultades de teología), en el proemio apunta unos criterios que dan sentido y orientan la posterior normativa. Se trata, pues, de un documento institucional y operativo, pero su trasfondo va más allá de la mera regulación y organización, con vistas a darle a la teología un sesgo más práctico y evangelizador.
La teología de un papa social y pastoral: superando prejuicios Como ya ocurriera con el papa Juan XXIII, incluso con el propio concilio Vaticano II, cuando en la Iglesia se pone el acento en la pastoral, hay quienes lo contraponen a la teología y hasta al dogma. Son fragmentaciones propias de una realidad tan compleja como lo es la Iglesia bimilenaria. Pero también se debe a una pulsión o pathos (que puede convertirse en patología) de la propia fe, la escisión entre fe y caridad, acción y contemplación, del ser y el obrar. Pablo nos alertaba contra esta tentación, Flm es un caso concreto de la necesidad de unir ambas vertientes de la vida cristiana y la carta de Santiago reforzaba esta advertencia. Hay quien piensa que el buen papa "bueno" que fue Angelo Roncalli, era un hombre de sentimientos pero no un intelectual. Craso error, había mucha teología por debajo de su bondad y de su visión de la Iglesia. En la misma línea hay quienes piensan que el Vaticano II, por ser netamente pastoral no es teológico, ni siquiera dogmático. Pero, a pesar de la nota aclarotoria que viene al final de la Lumen Gentium sobre precisiones dogmáticas y finalidad pastoral, lo que somos si no lo vivimos, por muy verdadero que fuera es irrelevante. Y lo que vivimos, practicamos y compartimos acaba por configurar la verdad de lo que somos.
Francisco respira una teología viva, porque brota del clamor de la realidad, y muy profunda, porque se asientan en los cimientos mismos de la fe y de la vida y mensaje de Jesucristo: el anuncio de la Buena Nueva, que lo es porque sana, socorre y alimenta, no solo porque informa, ilustra y fundamenta. La misma recomendación que ya sugería el papa para los predicadores, "ir a lo esencial", inspira y acompaña la visión teológica de Bergoglio. Ya sea en una catequesis, en la predicación diaria, en los documentos magisteriales, en las manifestaciones públicas, el papa Francisco hace teología, desarrolla el magisterio y nos invita a quienes estudiamos la teología a redescubrir su íntima misión pastoral y evangelizadora. Y así lo enuncia y reitera en el discurso de aquél congreso teológico de Nápoles (2019).
El diálogo, presupuesto, método y fruto de la teología
Cuando en el Proemio de Veritatis gaudium se menciona la profundización del kerigma y el diálogo como criterios para renovar los estudios, se quiere decir que estos se encuentran al servicio del camino de una Iglesia que pone cada vez más en su centro la evangelización. No la apologética, no los manuales —como hemos escuchado—: evangelizar.Esta finalidad evangelizadora exige, pues, el diálogo como herramienta fundamental, pues no se trata de proselitismo, sino de compartir, ofrecer y, siempre, escuchar. Pero, el diálogo es también un criterio hermenéutico para acogida plena, viva, del kerygma. Y es que, dice Francisco, la comprensión actualizada, contextual y relevante de la predicación originaria, junto a la escucha de la Palabra, requiere su puesta en práctica a través del amor. En este juego de complementariedad entre escucha de la Palabra dada y diálogo con el presente interpelante, el teólogo podrá discernir su significado verdaderamente significativo para hoy, valga decir, el significado vivo y que puede ayudarnos a vivir.
Y si estos son los presupuestos permanentes de toda teología, al final del discurso, añade los que, como elementos del discernimiento que requiere el momento presente, podrían responder coherentemente a las líneas orientadoras de Veritatis gaudium.
- Concretamente el papa nos sugiere una teología que parte del Evangelio de la misericordia, lo cual supone ya una opción hermenéutica respecto al kerygma y una concentración cristológica y soteriológica como ejes transversales de la invetigación teológica. En segundo lugar, aunque no lo desarrolla y daría para una buena reflexión epistemológica en clave evangélica, la asunción de la historia dentro de la teología. Pero, aún sin desarrollar sus fundamentos y consecuencias, sí que ilumina la conclusión que el papa extrae de la verdadera toma de conciencia del carácter histórico de la teología: no quedarse paralizados en un momento del pasado.
- Después propone, y es bueno que lo haga un papa, porque este es un escollo no menor para el ejercicio de la teología que se quiere contextual y evangelizadora, que los teólogos puedan trabajar con libertad teológica. Si bien, no oculta el que representa en su máxima instancia la voz del magisterio de la Iglesia, que la libertad de investigación y docencia no elimina el papel de proponer al Pueblo de Dios en la predicación lo que se atiene a lo sustancial de la fe: "al Pueblo de Dios es necesario darle la sustancia que alimente la fe, y no que la relativice". No se queda ahí, es más, lo aterriza en que las cuestiones controvertidas, sin eliminarlas ni taparlas, permanezcan al ámbito del debate pero no se transfieran sin más a la predicación.
- Estructuras ligeras y flexibles: "Todo debe orientarse en los horarios y en los modos que se favorezca lo más posible la participación de aquellos que desean estudiar teología: además de los seminaristas y los religiosos, también los laicos y las mujeres, tanto laicas como religiosas" Y, especialmente, por la participación de la mujer.
La teología de hoy para mañana: una teología de la acogida
Diálogo que debe ser nuestra forma de estudiar y nuestro modo de enseñar, pues lo que aprendemos es el gran ejercicio de diálogo entre Dios y su pueblo. La teología de la escucha puede ayudar a que los cristianos superemos las tentaciones de la violencia o la discriminación como respuestas erróneas a las diferencias y los conflictos. Pone el papa varios ejemplos de la tradición y la actualidad. Pero puede que el mejor ejemplo sea su propio esfuerzo por encaminar la teología por una senda que deje atrás la vía exclusivamente asertiva, especulativa y academicista.
Propuesta operativa para la enseñanza, el estudio y la práctica de la teología
Hay presupuestos o fundamento; nos guían unos criterios metodológicos y misioneros, hermenéuticos y dialógicos; no pueden faltar propuestas que ayuden a los estudiantes, profesorado y ejercitadores de la teología a un nivel tanto académico como pastoral, a desarrollar esta teología de la acogida. Con mucha concreción el papa nos sugiere tres líneas de acción para el desarrollo de una teología que supere el anquilosamiento manualístico y la cosificación especulativa.- Una teología de la acogida es una teología de la escucha. Para que nuestra teología pueda alimentar una praxis del cristianismo que haga realidad las bienaventuranzas y alimente una espiritualidad encarnada en el amor al otro, es necesario que no sea unilateral, ni tampoco se aisle en un nivel exclusivamente intelectual.
- Una teología interdisciplinar. La escucha que debe caracterizar a la teología de la acogida empieza, en la academia, por atender y darle valor a las perspectivas y resultados de otras disciplinas, tanto propiamente teológicas como de los otros campos del saber.
- Una teología en red. En red las instituciones teológicas, pero con la voluntad de estar en red con todos los "náufragos de la historia". Tendiendo puentes entre la Iglesia y la sociedad civil, entre oriente y occidente, entre religiones y con las iniciativas que puedan ayudar a quienes viven en las dos orillas del mediterráneo o se lo juegan todo para pasar de una orilla a otra.